Lo que nos toca preservar y defender a como dé lugar la libertad de expresión, hoy por hoy, permanentemente amenazada.
En el Perú existen varias condiciones privilegiadas desde las cuales una persona puede hacer uso ilimitado de su libertad de expresión. Incluso, si el hambre de poder tan fuerte, podrá incurrir en el libertinaje, es decir, en el desenfreno verbal sin regulación de nada ni nadie, ni si quiera del mismísimo Dios. Ser cardenal, por ejemplo, es una de ellas: ningún sacerdote ni obispo estará por encima de él y por más antipatías que genere entre feligreses y no creyentes; entre empresarios y políticos; no habrá sanción, salvo la de un pontífice, que pueda “callarle la boca”.
El último fin de semana, el periodista Ricardo Vásquez Kunze publicó este artículo en su portal, en donde le dice a monseñor Pedro Barreto que carece de la más mínima pericia en cuestiones de política o que no es capaz de darle “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Para quien no se encuentre enteramente actualizado sobre la controversia que ha ocurrido, basta decir que el mencionado obispo ha sido ‘bautizado’ recientemente por el papa Francisco como cardenal para el Perú. Esto es, que desde el próximo 29 de junio, en una ceremonia que presidirá el pontífice, Barreto será elevado a la misma categoría a la que pertenece Juan Luis Cipriani: un príncipe de la Iglesia Católica. Ciertamente, la noticia ha pegado mal en algunos sectores ideológicos que ven en el arzobispo de Huancayo un aliado de la modernización, de la inclusión social, de la defensa del medio ambiente y, por qué no, de los derechos humanos.
El artículo de Vásquez Kunze se publica un día después de que varios congresistas de Fuerza Popular lanzaron sus más feroces críticas (por no decir amenazas) hacia el purpurado, por haber hecho simple uso de su libertad de expresión, la misma que le suscitó decir que este poder del Estado está de espaldas a la realidad nacional. Algunos lo han llegado a tildar de “imprudente”. Nunca antes a monseñor Cipriani se le habían puesto en contra sus cercanos. Pero sí, con el de Huancayo.
El nombramiento de Barreto no significa un quiebre para la Iglesia, más bien, evidencia que siempre lo ha habido. La decisión de Francisco va a iniciar una lucha de poder para demostrar quién tiene mayor legitimidad. Algunos dirán que este enfrentamiento entre dos príncipes de la jerarquía eclesiástica es necesario porque por muchos años se ha establecido en un solo trono un personaje que concentra toda la atención. Otros, pensarán que este es el fin del “establishment” eclesial. Por esto es que la asunción de Barreto a Cardenal no agrada a muchos grupos como el Fujimorismo, cercano al actual cardenal, o a periodistas como Vasquez Kunze o el opinólogo Barba Caballero. Todos parecen haber condenado a su eminencia. Hasta Cipriani parece haberle hecho el pare cuando en la última celebración del Corpus Christi elevó una plegaria para que su nuevo homólogo no deje de ser un “instrumento de Dios”.
Lo que nos toca preservar y defender a como dé lugar la libertad de expresión, hoy por hoy, permanentemente amenazada. Al congresista Kenji Fujimori lo silenciaron y sancionaron cuando opinaba; a la periodista Anuska Buenaluque la impidieron de investigar en el Congreso; a la mayoría de periodistas nos advierten de la aprobación de leyes que buscan agarrarnos del cuello; y, ahora, a monseñor Barreto se le pretende privar de su derecho a opinar. Eso no lo vamos a permitir.
No se amilane, monseñor Barreto. Defienda sus palabras porque usted no ha caído en un libertinaje de expresión. Hacen falta voces discordantes que se coman el pleito de la defensa del medio ambiente. Usted que conoce bien la Amazonía, hoy más que nunca, necesitamos escucharlo.
http://www.lucidez.pe/opinion/barreto-libertad-de-expresion-defensa-derechos/
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