.@Aldo_FD ::: #Ciudades para el #BICENTENARIO y el #DERECHO_a_la_CIUDAD.

“El #derecho_a_la_ciudad se manifiesta como #forma_superior de los #derechos: el derecho a la #libertad, a la #individualización en la #socialización,
al #habitat y al #habitar”
[#Henri_Lefebvre, 1969].

El bicentenario de nuestra independencia es un periodo de tiempo que genera muchas expectativas, poniendo sobre nuestros hombros una carga subjetiva que nos moviliza hacia determinadas acciones, en el supuesto de que somos los responsables de impregnar la historia de un legado que trascienda a las generaciones venideras. Estas fechas son vistas como hitos de reflexión y proyección, aunque nuestra misma historia nos muestra que se terminan diluyendo entre hechos coyunturales.

Esto podría sucedernos ahora, debido a la crisis económica y social desatada por la expansión de la pandemia de la COVID-19, que ha desnudado las enormes debilidades y limitaciones que tenemos como nación. Sin embargo, debiéramos emprender acciones que nos permitan aprovechar la expectativa puesta en esta celebración para transformar este presente y posibilitar un mejor futuro.

Nuestras ciudades, como construcciones sociales que son, han sido uno de los escenarios donde se han evidenciado con mayor fuerza el egoísmo e indiferencia que nos lastran, así como la solidaridad y la esperanza que nos unen. Lamentablemente, las brechas generadas por lo primero se han tornado, en algunos casos, infranqueables, mostrándonos los grandes retos que, en materia de urbanismo, tenemos que asumir para que la “nueva normalidad” sea más justa e inclusiva que la previa a la pandemia. Podríamos enumerar esos retos, pero considero que hayun concepto que los aglutina: el “derecho a la ciudad” como ampliación del “derecho a la vivienda”, que fue eliminado en la Constitución de 1993 pero que está subyacente en la mayoría de derechos fundamentales: al libre desarrollo y bienestar, a la no discriminación, a elegir el lugar de residencia, al disfrute del tiempo libre y al descanso, a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado para el desarrollo de la vida, a la educación y a la salud.

« Debemos exigir el derecho
a la ciudad como el legado
del Bicentenario. Este es
un reconocimiento a la
integralidad del bienestar,
pues la única forma que
tendremos de salir de
la pobreza de manera
sostenida es con ciudades
que nos garanticen el
desarrollo de nuestros
derechos básicos, exaltados
en ese derecho mayor . . “

¿Por qué es importante que el Estado peruano reconozca el derecho a la ciudad como un derecho fundamental? Porque con ello se estaría evidenciando la integralidad del bienestar, es decir, que toda intervención o inversión del Estado orientada a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos tendría que estar enmarcada en un modelo de desarrollo que la justifique y, por ende, permita maximizar sus beneficios.

Por ejemplo, no deberíamos ver más pistas recién terminadas que son rotas para ampliar la red de agua y desagüe; proyectos de vivienda social sin parques, colegios ni postas médicas; nuevas urbanizaciones sin conexión a la red de transporte público; titulación de viviendas a las que no se puede llegar con una ambulancia o proyectos de teleféricos para viviendas sin servicios básicos.

En el mundo tenemos grandes muestras de este enfoque integral de desarrollo y de su aporte en la reducción de la vulnerabilidad social. Ciudades como Barcelona, Londres, Berlín y París han renovado importantes sectores mediante intervenciones integrales utilizando, incluso, grandes eventos como gatilladores del cambio. En nuestro continente tenemos el destacado ejemplo de la ciudad de Medellín que, con la implementación de los Proyectos Urbanos Integrales, consiguió conectar, equipar y valorar sectores históricamente marginados.

En nuestro país hemos intentado seguir esos ejemplos con escasos o nulos resultados, principalmente porque el Estado no reconoce a la ciudad como una unidad espacial y social en la que cada acción impacta de forma transversal en la vida de las personas, sino como un tablero en el que puede lanzar proyectos siguiendo agendas políticas o sectoriales.

Necesitamos apostar de
forma decidida por la
planificación urbana como
instrumento técnico que
nos permita visibilizar la
complejidad del habitar,
proponiendo acciones y
proyectos bajo un enfoque
sistémico, estratégico y
adaptativo que garantice
su impacto transversal
en el bienestar de los
ciudadanos . . “

En el caso de Lima tenemos proyectos millonarios de movilidad como el Metro Línea 2; de vivienda social como los de Carabayllo, Comas y Ancón; o de recreación y deporte como algunos parques zonales y el legado de los Juegos Panamericanos. Todos están desconectados de la ciudad, desperdiciados o muy poco aprovechados por no haber sido pensados bajo un enfoque urbano integral. No lo debemos permitir más.

Debemos exigir el derecho a la ciudad como el legado del Bicentenario. Este es un reconocimiento a la integralidad del bienestar, pues la única forma que tendremos de salir de la pobreza de manera sostenida es con ciudades que nos garanticen el desarrollo de nuestros derechos básicos, exaltados en ese derecho mayor.

Ninguna persona debería limitar su vida y sus capacidades por no tener acceso a la red de agua potable, electricidad e internet, por la dificultad de llegar a su centro de estudios, de salud y de trabajo; o por carecer de espacios de recreación y ocio cerca de su casa en los que puedan desarrollarse a plenitud y en contacto con la naturaleza.

Para ello necesitamos apostar de forma decidida por la planificación urbana como instrumento técnico que nos permita visibilizar la complejidad del habitar, proponiendo acciones y proyectos bajo un enfoque sistémico, estratégico y adaptativo que garantice su impacto transversal en el bienestar de los ciudadanos. Debemos poner un freno definitivo a la informalidad y a la irresponsabilidad de dar títulos sin antes garantizar o exigir unaciudad que los soporte, pues de lo contrario estamos trabajando indirectamente para que traficantes y especuladores se llenen los bolsillos con el esfuerzo de todos los peruanos.

Dejemos de pensar que el problema es la falta de vivienda y que este se soluciona estimulando la generación de viviendas sin ciudad, cuando el problema de fondo es la falta de ciudad. Una ciudad en la que puedan desarrollarse ofertas diversas para vivir dignamente.

La historia nos ha puesto sobre la mesa la oportunidad de hacer de estas fechas un evento histórico y significativo. Está en nosotros asumir la complejidad del reto y trabajar para consolidarlo en las políticas que guíen el accionar del Estado en la construcción de ciudades saludables, inclusivas y seguras para los ciudadanos del siglo XXI.

Aldo Facho Dede
Arquitecto urbanista por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y magíster en Desarrollo Sustentable por la Universidad de Lanús (Argentina). Tiene estudios de doctorado en la Universidad Politécnica de Cataluña (España) y cursos de especialización en urbanismo en el Lincoln Institute of Land Policy. Es profesor del área de urbanismo de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (Chiclayo). Está asociado a FD Arquitectos y Urbanistas, es fundador y editor principal de la Red Latinoamericana de Urbanistas y colaborador de la plataforma de opinión HacerPeru.pe. Escribe periódicamente sobre temas relacionados al desarrollo urbano.

https://www.peruembassy.se/images/xls/Ensayos_desde_la_pandemia_para_imaginar_el_Per_Bicentenario__Vol__2.pdf

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