Cómo era #LIMA en 1949 con su #plano_PILOTO y su #plano_BOMBARDERO, y …¿Por qué les dio PENA nuestra #protoplásmica_capital a los famosos #arquitectos_urbanistas #Sert y #Wiener?…  Por #Héctor_VELARDE.

#Héctor_Velarde_Bergmann, (Lima, 1898 – 1989) fue uno de los #maestros de la #arquitectura_peruana y un notable #escritor con una #vena_humorística incomparable. Su prosa merece una #revisión_obligada de sus #libros y #artículos_periodísticos.
 
Héctor Velarde afirmaba que toda ciudad era una escritura. Y Lima tenía una muy particular, agregaba. Cierto, era un escrito –acaso un legajo– caótico, enrevesado, siempre vigoroso. Escritura de la vorágine de los cambios, la rapidez de las transformaciones, la velocidad de las mutaciones. Eso lo supo Héctor Velarde que fue arquitecto y escritor y que supo detener y/o fijar las transformaciones de la urbe en sus textos rotundos. Tarea difícil en una Lima que a partir de los cincuenta del siglo pasado vivió cambios drásticos y traumáticos. Modernidad, industrialización, migración, todos los procesos económicos, sociales y culturales, que hicieron de Lima, de ser ciudad adormilada y rumorosa convertida luego en megalópolis anárquica y perturbada.

https://limagris.com/hector-velarde-segundo-fundador-de-lima/

PLAN PILOTO DE LIMA 1949
Patricia Geraldine Quevedo Reategui
https://prezi.com/p/ih6ywhq_jg3l/plan-piloto-de-lima/

“El otro día oí una charla clarísima sobre el « plano piloto de Lima »; el plano regulador prudencial para que no se siga haciendo de Lima Chichirimico. La charla fue dada en la Oficina Nacional de Planeamiento y Urbanismo, por el Jefe de esa oficina, señor Arq. L. Dorich, y por los urbanistas señores José Luis Sert y Paul Wiener, a un grupo de profesionales y aficionados amantes de esta Lima que aguanta.

Yo estaba entre los amantes aficionados. Una vez que mi distinguido colega, señor L. Dorich, planteó la cuestión sobre el plano piloto, los señores Sert y Wiener la continuaron con entusiasmo, diciendo cosas muy bonitas sobre nuestra vieja ciudad y verdades de a chorro sobre la nueva. Qué agradable fue oír a hombres tan modernos, tan avanzados, queriendo salvar a todo trance a nuestra asustada, sumisa y media « encangalhada » Lima colonial. Es de notar que los señores Sert y Wiener, de celebridad mundial como arquitectos y urbanistas, han sido llamados al Perú solamente para ocuparse de la pequeña Chimbote.

CHIMBOTE, ENTRE LA UTOPÍA Y LA INFORMALIDAD
EL PLAN REGULADOR DE WIENER Y SERT
Por Aldo Facho Dede, arquitecto y urbanista
Con la colaboración del arq. Richard Asto

https://habitar-arq.blogspot.com/2016/06/chimbote-entre-la-utopia-y-la_8.html

De Lima se han ocupado de refilón, porque les ha dado pena… En cuanto a Chimbote, hay que ver la calidad del proyecto que nos han dejado, la ciudad está prevista como una pequeña constelación eurítmica de casas limpias, calles anchas, jardines de paz y edificios precisos. ¡Qué lección de naturalismo y de geometría!— Pero regresamos a Lima.

¿Por qué les dio pena nuestra protoplásmica capital a los señores Sert y Wiener? — Ellos mismos lo explicaron. Porque se trata de una ciudad llena de encanto, de carácter— Sert dijo que tenía salero— porque todavía era tiempo de salvarla, porque el remedio está listo — otras ciudades ya no tienen remedio — y porque sus trazos y avenidas, que parecían hechos al tun tun desde Piérola a nuestros días, no han sido hechos al tun tun sino con un instinto genial. ¡No hay como un pueblo sensible e inteligente! — Total, que el desarrollo de Lima está estupendamente bien enfocado, previsto. El gran circuito Wilson-Tacna, Malecón Rímac, Abancay, el cinturón boulevardero, con sus calles-peine, de saca y mete peatones, con la vieja Lima contenida al tope de ese cinturón y la nueva Lima que se viene naturalmente hacia el sur, no ha podido ser más acertado, acertadísimo. 

La vieja Lima queda así ubicada, limitada, definida, en cuanto a la nueva, ésta se desplazaría irremediablemente, si no la contienen, hacia abajo, por gravedad, porque nopuede ser de otra manera, y se iría derechito, poco a poco, a ocupar el maravilloso espacio  libre del Paseo de la República. El Paseo de la República espera el nuevo centro de Lima, está milagrosamente listo, tierno, espacioso y hasta con los árboles plantados. Es un caso único de población antigua que ha preparado a la nueva para que le dejen una vejez tranquila. Todo eso está marcadito en el plano piloto de los señores Sert y Wiener, hombres sabios, es decir, prudentes, que, desinteresadamente nos dijeron: « hay que salvar de todas maneras a esta simpatiquísima ciudad, no nos podemos contener de advertirlo, es necesario seguir apoyando la voluntad de Dios, a empujar, señores, lo moderno hacia abajo, al sur, al Paseo de la República, y a dejar la ciudad arqueológica intacta, apuntalándola, guardándola como está, colonial, romántica y auténtica. Aún es tiempo… 

Conservarían ustedes su Lima tradicional,más o menos enterita, y tendrían al mismo tiempo una Lima nueva, viva, actual. ¡Qué ciudad! —Pero no mezclen ni fusionen cemento y quincha porque no tendrán ni viejo, ni nuevo, ni nada. Está a punto de caramelo para que lamazamorra urbanística y arquitectónica que se teme no se precipite como un huaico por entre las viejas calles que contienen todavía la magia del pasado…
Reglamenten ustedes el huaico, canalícenlo, llévenlo hacia abajo, al Paseo de la República.
¡Sigan el plano piloto!

A mí me parecieron de una lógica contundente los consejos de los amigos Sert y Wiener: eso de ponerse a hacer casas coloniales hoy, de pega, junto a las casas coloniales de ayer, de verdad, es como disfrazarse ahorita de Carlos Quinto y ponerse en pose fotográfica junto a la tumba de Isabel la Católica… La Caraba.
Bueno, todo estaría de perlas si no existiese, junto al salvador plano piloto, el plano bombardero de Lima. Durante una guerra el plano piloto y el plano bombardero, se completan, pero en plena calma chicha, el bombardero no debe intervenir, está demás…

Ah— ¿Y quién contiene a los bombardeadores?— Se trata, y eso es lo paradójico, lo divertido, lo ren-ren, de personas que se la pasan lloriqueando por la Lima que se destruye pero que, por ser tan conservadoras son generalmente ricas, y como ricas, son las que construyen y, entonces, se manifiestan inevitablemente los « robots » ‘urbanísticos.
En pleno cogollo virreinal de la villa, entre dos callecitas de diez metros de ancho, siete callejones, tres balconcitos moros y una iglesita perricholera, se hace un impacto desde arriba; una bomba de tres o cuatro millones de soles abre un tremendo boquerón que en pocos días se rodea de palos, letreros de contratistas, un guardián y un urinario. La bomba es de tiempo; es bomba-semilla. Poco a poco, entre esas callecitas, balconcitos, torrecitas y volutitas de pura zepa, llenas de melancolía y de angustia, se va levantando una mole babilónica de concreto armado que lo tapa todo.

Resultado: atraque general, quinientas oficinas con vista a todas las tortas de Lima, dos mil quinientas personas más que se trepan unas sobre otras entre las callecitas de diez metros de ancho, ochocientos carros más para que los cuide el mudo de la Plaza de Armas y aumento logarítmico de enfermedades por contagio y de accidentes por rose. El propietario conservador, los periódicos, las señoras importantes, los contratitas púdicos, todos se lamentan después de que a Lima se le está quitando su estilo colonial, su belleza, su alma.

¡Qué desgracia la de estos tiempos modernos, Dios mío! — ¿Qué hacer? — Construya usted pues tatito, más abajo, hacia el sur, pasito a pasito, forme usted la nueva Lima, mire el planito piloto… No, de ninguna manera. Para que todos queden encantados y se salve al mismo tiempo la auténtica ciudad de Pizarro, lo que se debe hacer es ponerle a la mole babilónica doscientas perillas, treinta y cuatro volutas, ocho parapetos, veintitrés guirnaldas y unos cuantos ojitos de buey. Así el edificio será también colonial, tendrá, en todo caso, un marcado aire de familia, y la iglesita perricholera de al lado quedará bajo la sombra, feliz de tener a una reciente compañera virreinal tan robusta… a una
nietecita.

Estos impactos de concreto armado colonial entre nuestras venerables y delicadas quinchas es lo que ajusta al plano bombardero de Lima.

Ahora bien, ¿qué hace un arquitecto como yo que necesita dibujar la mole o molecita que caiga para poder seguir viviendo? Se me ha presentado un cachuelo frente a la Iglesia de Santo Domingo. Una molaza de nueve pisos. ¿Qué hago? — Después de mi discurso debería dignamente rechazar el cachuelo. Pero, ¿quién alimenta a mi familia? Y luego el trabajo lo harían de todas maneras y quién sabe con menos prudencia… ¿Qué hacer? Claro que no voy a proyectar frente a Santo Domingo el esquelo de Gropius detrás de un solo vidrio, — no tengo autoridad suficiente para eso— tampoco me voy a poner competir a voluta limpia con la Torre de Amat. ¿Entonces? He hecho una cosa discretísima, modernita abajo y arriba, bien arriba, unos cuantos crespecitos que parecen guiñarle el ojo a Santo
Domingo y decirle: a esto hemos llegado para contentar a todos y que puedan pagarme…” 

Fuente: ARTÍCULO DE REVISTA:
Velarde, H. (1949). El plano piloto y el plano bombardero de Lima. El Arquitecto Peruano, 139

Votre commentaire

Entrez vos coordonnées ci-dessous ou cliquez sur une icône pour vous connecter:

Logo WordPress.com

Vous commentez à l’aide de votre compte WordPress.com. Déconnexion /  Changer )

Image Twitter

Vous commentez à l’aide de votre compte Twitter. Déconnexion /  Changer )

Photo Facebook

Vous commentez à l’aide de votre compte Facebook. Déconnexion /  Changer )

Connexion à %s