
#Pedro_Castillo ya no es el #presidente de #Perú. Después de sólo dieciséis meses en el cargo, él mismo puso fin a éste el miércoles 7 de diciembre, en un episodio tan #confuso como #torpe, que provocó su #destitución y, de paso, su #detención, tras un temerario intento -e inmediatamente #condenado por todos los #líderes_políticos, incluidos sus aliados, para mantenerse en el poder rompiendo el #orden_constitucional.

Ahora es la vicepresidenta, Dina Boluarte, quien ocupa el sillón presidencial, después de que el Congreso votara la destitución del mandatario de izquierdas por “incapacidad moral permanente”. Esta mujer de 60 años pidió “una tregua política para instalar un gobierno de unidad nacional”. Asumió el cargo el miércoles por la tarde, pasando la corta página de la presidencia de Castillo, marcada por escándalos de corrupción y un conflicto permanente con el Congreso.
Por la noche, el país había recobrado la calma, luego de una jornada de alta tensión en la que la democracia peruana nunca había estado tan cerca de la ruptura, viviendo uno de sus peores momentos desde el fin del gobierno autoritario de Alberto Fujimori en el año 2000.

La racha comenzó el miércoles al mediodía. Pedro Castillo fue convocado al Congreso, donde la oposición de derecha es mayoritaria, y que por tercera vez desde el inicio de su mandato pretendía destituirlo. Pero el líder sorprendió a todos al declarar, durante un escueto mensaje a la nación, la disolución de la única Cámara parlamentaria y la instalación de un gobierno excepcional. Una maniobra que la Corte Constitucional calificó de inmediato como un “golpe de Estado”. Este gesto recordó el « autogolpe » de Alberto Fujimori en 1992, tras el cual se enviaron tanquetas al Parlamento.

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Caída precipitada y solitaria
Pero a diferencia de Fujimori, que entonces había recibido el apoyo del ejército y los medios de comunicación, el intento de Castillo, envuelto en su traje y con las manos temblando durante su discurso, parecía una fuga antes que solitaria. En cuestión de minutos, la mayoría de los ministros dimitieron. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional han expresado enérgicamente su rechazo a un « incumplimiento constitucional ». “Este es un golpe de Estado que agrava la crisis política e institucional”, tuiteó Dina Boluarte, entonces todavía vicepresidenta.

Las condenas fueron unánimes ante lo que parece ser un intento desesperado del señor Castillo, “arrinconado por casos de corrupción”, según la profesora de derecho constitucional Milagros Campos. La comunidad internacional también ha manifestado su rechazo al quiebre del orden constitucional, encabezado por Estados Unidos.
Aunque condenó el “acoso constante” de las élites económicas, ninguno de sus aliados en la izquierda latinoamericana respaldó el intento de Castillo. El gobierno del chileno Gabriel Boric y el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, han reconocido de manera inequívoca al nuevo mandatario.
Rechazando su disolución, el Congreso se reunió inmediatamente en sesión extraordinaria y votó por 101 votos (de 130 parlamentarios, incluidos 80 de la oposición) la destitución del presidente. El señor Castillo fue detenido poco después por la policía al salir del palacio presidencial cuando se dirigía, según la prensa, hacia la embajada de México. Se abre una investigación en su contra por “rebelión y conspiración”.
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“Pese a la debilidad de las instituciones, la democracia peruana, considerada frágil, demuestra que no lo es tanto”, se regocija Paula Tavara, politóloga de la Universidad Católica del Perú. Ya ha sobrevivido al paso de seis presidentes en seis años, y ha sabido responder rápido a esta crisis con una salida constitucional. Y las fuerzas armadas no respondieron a este intento de golpe. »
El Congreso derechista, que había soñado con ver caer al presidente Castillo desde su primer día en el cargo, celebró su juicio político. En videos, algunos parlamentarios se besaron y posaron para celebrar su partida, una actitud “inadecuada” y “vengativa”, juzga el politólogo. Una gran parte de la población ciertamente quería que el presidente se fuera, pero también odiaba al Congreso, acusado de obstrucción permanente.
La tensión bajó el miércoles por la noche. En la capital se realizaron algunos mítines en apoyo a Castillo, denunciando “al establishment que nunca aceptó su elección”, pero los peruanos reunidos en las calles se sintieron en su mayoría aliviados después de horas de incertidumbre. “Estábamos tensos, veíamos a la policía corriendo por todos lados, sentíamos que podía pasar cualquier cosa pero afortunadamente volvió la calma”, respira María Chumioc, comerciante cerca del Congreso. Los vendedores ambulantes volvieron a llenar las aceras con sus adornos navideños.
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“Organización criminal”
Pedro Castillo, un virtual extraño a la política antes de su elección en julio de 2021, había dado la sorpresa al salir elegido en una sumamente reñida papeleta contra la candidata de la derecha populista, Keiko Fujimori. Al presentarse como el candidato del pueblo, de origen rural, profesor de campo, alejado de los círculos de las élites económicas de la capital, el señor Castillo había sembrado la esperanza en parte de la población.

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Sin embargo, nunca obtuvo un apoyo popular masivo, fluctuando entre un 25% y un 30% de opiniones favorables, especialmente en las zonas andinas del sur del país. Sus muy polémicas elecciones de ministros, la permanente inestabilidad gubernamental con 81 ministros en dieciséis meses, su programa político de difícil lectura le han servido de mal. En julio fue expulsado del partido con el que fue electo, Perú Libre (marxista-leninista). Sus antiguos compañeros políticos lo acusaron entonces de hacerle el juego a la derecha y de haber implementado un « programa neoliberal perdedor ». La izquierda progresista había dado un portazo a su gobierno en enero.
“La destitución de Castillo significa el fin de un gobierno caótico, errático, sin liderazgo, sin programa y sin valor, que no solo careció de preparación profesional sino de corrección política y ética”, explica Milagros Campos, en referencia a varios ministros procesados.
Pedro Castillo es citado en seis investigaciones. Es sospechoso de liderar una red de corrupción con lavado de dinero

El mismo Pedro Castillo es citado en seis investigaciones. Es sospechoso de liderar una red de corrupción con lavado de dinero y adjudicación de contratos públicos en beneficio de familiares y políticos. “Existen graves indicios de la existencia de una organización criminal [de corrupción] al interior del palacio presidencial con el objetivo de capturar, controlar y dirigir procesos de contratación para obtener ganancias ilícitas”, dijo en octubre Patricia Benavides, la fiscal general.
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Corresponde ahora a la nueva presidenta, Dina Boluarte, formar gobierno, recuperar la confianza en las instituciones y encaminar al país por la senda de la estabilidad política. Originario de Apurímac, una región de los Andes, este socialista militó en Perú Libre y fue candidato a alcalde en 2018 en un distrito de Lima. Luego solicitó la boleta presidencial junto a Pedro Castillo. Convertida en ministra de Desarrollo e Inclusión Social, es una de las pocas ministras que ha permanecido tanto tiempo en el cargo y leal al expresidente casi hasta el final, marcando distancia en varias ocasiones.
Durante su discurso de investidura de este miércoles, la señora Boluarte declaró que la lucha contra la corrupción era su prioridad, sin olvidar su lucha por “los invisibles, los excluidos”, mientras gran parte de los peruanos se encuentran inmersos en una grave crisis social y económica.
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.@publico_es ::: El SINIESTRO #Vladimiro_Montesinos emerge desde la #cárcel para #CONSPIRAR a favor de #Keiko_Fujimori.@santoschilcano.
En Perú, el presidente Castillo destituído y arrestado.
Amanda Chaparro (Lima, corresponsal especial)
8/12/2022
https://www.lemonde.fr/international/article/2022/12/08/au-perou-le-president-pedro-castillo-destitue-et-arrete_6153490_3210.html


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