
La ola de #protesta_nacional que sacude #Perú desde diciembre de 2022 no ha escatimado en el #sitio_inca. Los #habitantes de la región afirman en vano que la #bonanza_turística no beneficia el #desarrollo de las #infraestructuras_locales.
Desde #Machu_Picchu, en la región de #Cuzco, al sureste del #Perú, conocemos su majestuosa #ciudad_inca erigida a mediados del #siglo_XV, bajo el reinado del #Inca_Pachacútec. Un sitio de #abrumadora_belleza, enclavado en una #exuberante_vegetación, enclavado sobre un promontorio rocoso entre los #Andes y la #Amazonía. Lo que menos se conoce es la gente que vive allí. Mil pequeños agricultores, repartidos en los #dieciocho_pueblos del « #santuario_histórico » de 37.000 hectáreas. En el mejor de los casos, los #turistas los adivinan a través de las ventanillas del #tren, único medio de #transporte que los lleva al #pueblo de #Aguas_Calientes, última parada antes del ascenso a la #ciudad_inca.

Estos pueblos se levantan desde mediados de diciembre de 2022. Primero en apoyo a la revuelta campesina a favor de nuevas elecciones, luego de la destitución y encarcelamiento del presidente Pedro Castillo el 7 de diciembre. Las carreteras alrededor de Cuzco, la capital regional, fueron bloqueadas. Machu Picchu se vio obligado a cerrar del 21 de enero al 15 de febrero. La huelga, que duró cuarenta y cinco días, fue una de las más duras y prolongadas del distrito. Las demandas nacionales se mezclaron con las demandas locales.
Hoy terminó el paro y Machu Picchu lleva cuatro semanas reabriendo. Para Elizabeth Baca, presidenta del Frente Distrital de Defensa Comunitaria, la batalla estaba perdida: “No tenemos nada. Ni desde un punto de vista nacional -el Congreso se niega a convocar nuevas elecciones- ni desde un punto de vista local. Pero también sabe que la lucha es a largo plazo. “Tenemos mucho que ofrecer”, dice la joven, que quiere que se desarrolle el turismo de alojamiento familiar.
Las comunidades campesinas, en su mayoría quechuas, vienen pidiendo desde hace años una mejor redistribución de las ganancias turísticas. “Todo el mundo cree que Machu Picchu es rico, pero la realidad es otra”, dice Elizabeth Baca. El dinero no nos llega a nosotros, los campesinos, que realmente lo necesitamos, para educación, salud, infraestructura”. “Es una región rica con muchos pobres”, la vía férrea que va desde Cuzco, la capital regional, hasta Aguas Calientes, un pueblo a los pies de Machu Picchu, el 22 de febrero. resume su hermano Adolfo Baca, guía turístico. Es cierto que la mayoría de los pueblos del distrito carecen de la infraestructura básica exigida por los huelguistas.
En Choquellusca, ubicada al borde de la vía férrea a unos treinta kilómetros de Machu Picchu, Elizabeth Baca nos recibe en la pequeña casa familiar de paredes de adobe. “Las necesidades de los pueblos son enormes. Carece de red de saneamiento de agua, electrificación y una buena red telefónica. La educación es deficiente, los centros de salud carecen de personal y medicamentos, dice. Si alguien se enferma tiene que viajar a Cuzco”, entre dos y cinco horas de caminata y manejo.

Los habitantes cultivan maíz, papas, frijoles y otras verduras. Pero “la agricultura no satisface nuestras necesidades”, señala Ednayda Luna Baca, ahora maestra en la región de Cuzco. Simplemente nos permite sobrevivir. Los jóvenes van a la ciudad a buscar mejores oportunidades”. Durante años, los aldeanos han estado pidiendo capacitación y ayuda estatal para mejorar los sistemas de riego, mientras que los agricultores se enfrentan a episodios de sequía cada vez más intensos. Sin embargo, los beneficios económicos del sitio más visitado del Perú son enormes. Las entradas a Machu Picchu generan alrededor de 200 millones de soles (50 millones de euros) al año, de los cuales el 10% va a la municipalidad distrital.
Pero las normas para la ejecución de obras públicas, vinculantes por estar en un parque arqueológico, frenarían cualquier proyecto de infraestructura, estima el alcalde de Aguas Calientes, Elvis La Torre. “Los ministerios de cultura y medio ambiente anteponen la conservación del sitio a los derechos de las personas”, dice. Las autoridades gubernamentales lo niegan. “No estamos bloqueando ningún proyecto que respete las reglas”, dice Maritza Rosa Candia, directora del Ministerio de Cultura en Cuzco.
La gestión pública no es el único problema a los ojos de los habitantes. “Un puñado de empresas tiene la mejor participación del mercado”, dice Victoria Zúñiga, presidenta de la comunidad de Wayllabamba. En primer lugar, PeruRail, cuyo virtual monopolio sobre la vía férrea concentra el enfado de la población. La empresa es propiedad de Rafael López Aliaga, excandidato de extrema derecha en las elecciones presidenciales de 2021, desde que fue elegido alcalde de Lima, la capital. “PeruRail grava nuestros bienes, dice Victoria Zuñiga, mientras dependemos de ellos como único medio de transporte.

No podemos vender nuestros productos en el mercado, porque transportarlos es demasiado caro. Los trenes solo locales también son demasiado raros. E imposible subirse a los trenes turísticos. El precio del billete es sencillamente prohibitivo: 150 dólares (140 euros) ida y vuelta de media. « Es el ferrocarril más caro del mundo », dice indignado Aldolfo Baca. Los habitantes también deploran estos trenes cargados de visitantes que pasan sin detenerse frente a los pueblos. El circuito está señalizado para que vayan directamente a Aguas Calientes. El guía Adolfo Baca explica: “Todo está hecho para que el turista visite Machu Picchu a la carrera. Se queda allí unas tres horas, duerme al pie de la ciudad y luego se va.

Los pobladores de Machu Picchu abandonados a valerse por sí mismos.
Por Amanda Chaparro
Le Monde
11 de marzo 2023
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