.@clguillot ::: En las « Rencontres d’Arles », la #jungla_hechizante del FOTÓGRAFO_PERUANO, #Roberto_Huarcaya @robhuarcaya … Por Claire Guillot (#Arles, #Francia), corresponsal especial de @lemondefr.

El #artista_peruano exhibe una #impresionante_instalación, realizada a partir de #fotogramas realizados en la #Amazonía.

En #Arles, una #cinta_fotográfica de 15 metros de largo serpentea por una de las salas del sitio del #Crucero, colgada del #techo, envolviendo al #visitante en una #gran_ola_luminosa y #vegetal, con #colores a veces #terrosos, a veces #marinos. Nos encontramos, en medio de #motivos_abstractos, #sombras de #hojas que se mueven y se superponen, #troncos de #árboles que se elevan hacia el #cielo, la delicada silueta de un #insecto. Esta vibrante e #hipnótica_instalación no es una #fotografía, sino un #fotograma, una #imagen_en_negativo sin #cámara, creada por el #artista #Roberto_Huarcaya, de 64 años, figura de la #fotografía_peruana, quien ha reunido aquí varias series en una sola instalación. En la #reserva de #Bahuaja_Sonene en el #Amazonas, colgó largos trozos de #papel_fotosensible en postes de #bambú, en medio de la #selva, en la #oscuridad de la noche, abandonándolos después de algunos destellos a la luz de la #luna, para luego desarrollarlos. en el acto con #agua del #río – “Me gané todos los #baños_químicos de #Lima, para tratarlos, para no #contaminar nada”, precisa.

El proyecto fue difícil y complicado de implementar, pero no es tanto la hazaña que representa tal empresa lo que le interesa, sino la exposición brutal a los elementos, el tiempo y el azar. En esta obra, es la naturaleza la que imprime su huella en el papel, la luna la que hace aparecer la imagen según su estado de ánimo. El viento, la lluvia, las nubes, el movimiento de plantas o animales se inscribieron en la imagen final, sin intermediarios y sin que el artista pudiera controlarlos, un abandono total que abrazó, después de meses de prueba y error. “Busqué durante dos años, probando diferentes técnicas, con cámara panorámica, fotografía de cine, digital… nada funcionó. »

Esta forma de abordar su tema fue también, para él, una forma de romper con la idea del artista todopoderoso, y con esa « dictadura de la visión, heredada del Renacimiento, donde el hombre es el centro y la medida de todo ». . Dejó de lado el enfoque analítico en favor de la intuición, la sensación, la experiencia y una relación más sensible y orgánica con los elementos, la experimentada por las comunidades nativas americanas con las que trabajó en la Amazonía. “No es una relación utilitaria con la naturaleza, sino una relación horizontal, donde el hombre es parte de las cosas, no las domina”, dice. Para sus proyectos, el fotógrafo comienza montando talleres de fotografía con comunidades indígenas. “Y si pasa la corriente, trato de imaginar un proyecto en el que podamos trabajar juntos. »

Un grupo de amerindios esse ejja participó así en la elaboración de sus imágenes en la selva. Una noche, recuerda haber visto relámpagos iluminar el papel varias veces, durante diez segundos: “¡No sabía si iba a estropear la obra o, por el contrario, si la tormenta iba a traer algo! Al final, el resultado lo encantó. “El chamán esse ejja me dijo: “Cuando perdiste tu cultura, y tuviste una relación real con la naturaleza, la selva decidió venir en papel”. El fotógrafo espera que el espectador así inmerso, como él, se una con la selva, se conecte con la belleza cruda y el misterio de este bosque primitivo y amenazado, perdiendo el sentido del tiempo y olvidándose de sí mismo.

En algunas partes de la instalación, vemos espacios menos frondosos y más desnudos, donde troncos de árboles solitarios emergen de un fondo uniforme: se trata de eucaliptos, una especie invasora traída por los españoles, árboles que colonizan el suelo hasta el punto de impedir que otras plantas de crecer “Solo hay negro por todas partes, apunta el fotógrafo, un negro que absorbe todo a su alrededor, a diferencia del resto de la selva donde conviven muchas especies. »

Roberto Huarcaya también recopiló imágenes del mar, para otros fotogramas, realizadas a partir de desechos recogidos en el agua: el color obtenido al filmar las imágenes en aguas contaminadas da imágenes abstractas y líricas, con colores azules y verdes intensos, de una belleza paradójica, reflejos tanto de la hechizante inmensidad del mar como de las amenazas que se ciernen sobre él.

En las paredes, el fotógrafo también ha colgado imágenes dedicadas a las tradiciones culturales andinas: fotogramas, obtenidos colaborando con músicos o bailarines nativos, que se tumban directamente sobre el papel para imprimir su propia imagen, en forma de siluetas fugaces. Una manera de que el fotógrafo se distancie de la tradición de la fotografía etnográfica, en la que durante mucho tiempo ha estado confinado.

Una de las obras se refiere a la “danza de las tijeras”, donde los ejecutantes saltan mientras chocan cuchillas de metal. Esta danza muy atlética es heredera de una actuación ritual, prohibida durante mucho tiempo, inventada por los amerindios tras la conquista española, como reacción al cristianismo y la aculturación. Distinguimos, en estas siluetas alineadas y duplicadas, tanto la delicadeza de los bordados tradicionales como de los instrumentos, pero también la energía y la intensa vitalidad de los bailarines. Como un recordatorio de la resistencia de las culturas contra la estandarización.

« Huellas », de Roberto Huarcaya. Crucero, Arles (Bocas del Ródano). Rencontres d’Arles, hasta el 24 de septiembre, de 10 a 19:30 13 € o abonos diferentes.

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