.@RENACIMIENTOED ::: Así se escribió ‘La ciudad y los perros’, el clásico de Vargas Llosa que cumple 55 años

La ciudad y los perros.
Biografía de una novela

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Carlos Aguirre, historiador y profesor de la Universidad de Oregón, autor de la obra ‘La ciudad y los perros, biografía de una novela’.

“En la novela avanzo y me retuerzo. Me cuesta mucho trabajo… Me paso horas enteras corrigiendo una página o tratando de cerrar un diálogo y de pronto me lanzo a escribir sin parar una docena de páginas. No tengo la menor idea acerca de cómo está saliendo, pero me siento embriagado. Escribir es lo único realmente apasionante que existe”.

El que escribe es un jovencito de 23 años llamado Mario Vargas Llosa que trata de terminar en una buhardilla de París la que será su primera gran novela y, de una vez para siempre, una de las grandes obras literarias de toda la literatura en castellano.

La carta va dirigida a Abelardo Oquendo, un crítico literario y editor que vive en Perú y con quien el jovencito se había conocido años atrás.
Aún no sabe cómo llamará la novela que escribe. Primero la nombrará como ‘La morada del héroe’, y después ‘Los impostores’ e incluso un grupo de amigos le sugerirá ‘La ciudad y la niebla’. Es el año de 1959 y no la ha terminado, pero escribe con furia y dos años después tiene listo el manuscrito.

Vive en París junto a su esposa, que es también su tía. Ha conocido a Julio Cortázar y a Carlos Fuentes, pero no deja de ser un desconocido del que algunos escritores hablan con cierto entusiasmo. Envía la novela a varias editoriales y no recibe respuesta. Un día se la presenta a un excéntrico francés dedicado a traducir obras del español a su idioma materna, a hacer poesía y a la bohemia parisina y el hombre, de apellido Couffon, le sugiere que la envíe a Madrid, a la editorial Seix Barral. Es 1961. La envía, sin mayores esperanzas. Los editores encargados la leen, la desechan, la desprecian, la archivan en alguna gaveta, y un día cualquiera el editor jefe, Carlos Barral, la encuentra entre sus papeles. La lee y siente el deslumbramiento primero que miles de lectores habrán de experimentar años después: la narración vertiginosa, la prosa volcánica, las descripciones crudas, brutales, la ferocidad de los cadetes, la crueldad de los perros, la desolación entera de un grupo de jovencitos que han probado de la muerte.

Entonces solo se trataba de un poco de tiempo para que todo el mundo de habla hispana conociera una de las novelas que habría de cambiar para siempre el modo en que Europa leía y juzgaba a América Latina: ‘La ciudad y los perros’.

La novela se publicó por primera vez hace 55 años, en 1963, bajo la dirección de Carlos Barral, editor de Seix Barral. Un año antes había aparecido ‘La muerte de Artemio Cruz’ de Carlos Fuentes, ‘El coronel no tiene quien le escriba’ de Gabriel García Márquez, y ese mismo año aparecería ‘Rayuela’, de Julio Cortázar. Cuatro de los mayores acontecimientos literarios de la narrativa latinoamericana tuvieron lugar durante aquellos dos años.

‘La ciudad y los perros’ fue un éxito inmediato. Se publicó en España y en Chile, en Argentina y México y a Perú llegó a finales de ese mismo año.
Vargas Llosa incurrió en un espléndido exceso: convirtió su primera novela en un clásico de la literatura universal y él mismo se situó dentro de la generación de genios que reinventaron un modo de ver y narrar y sentir a todo un continente.

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¿Cómo es que una novela se convierte en un clásico? ¿Qué fuerzas se mueven alrededor y al interior de una obra para que llegue a convertirse en un hito? Estos fueron algunos de los interrogantes que se planteó hace unos diez años el historiador y escritor peruano Carlos Aguirre, cuando decidió estudiar la historia detrás de ‘La ciudad y los perros’, una historia o un conjunto de historias fascinantes en las que hay episodios de censura, de negligencia y de una voluntad casi heroica por parte de un jovencito para convertirse en un genio.

Esos interrogantes, también, culminaron con la escritura del libro ‘La ciudad y los perros, biografía de una novela’, una monografía crítica en la que el lector atestigua los mitos y las verdades, así como la intensidad y el agotamiento que implicaron la escritura de esa novela.

Hablamos con Carlos Aguirre, quien es profesor de historia de la Universidad de Oregon, EE. UU., sobre ‘La ciudad y los perros’ y sobre su autor, Vargas Llosa, quien es el invitado más ilustre de la Feria del Libro de Bogotá que empieza el próximo 17 de abril.

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¿Cómo le surge la idea de hacer una “biografía” de ‘La ciudad y los perros’?

Estaba escribiendo un libro sobre la historia intelectual peruana y uno de los capítulos era sobre la recepción de la primera novela de Vargas Llosa, ‘La ciudad y los perros’, en Perú, una recepción que estuvo plagad de escándalos y de polémicas, así como de datos que no se han podido corroborar. Cuando empecé a indagar sobre la recepción de esa novela en Perú me di cuenta de que había toda una historia fascinante y a la vez oscura alrededor del tema, relativa fundamentalmente a la reacción del gobierno y de los militares peruanos ante la publicación de esa obra. Y para escribir mi libro, ‘La ciudad y los perros, biografía de una novela’, tuve acceso al archivo personal de Vargas Llosa en Lima, y a los documentos que él ha depositado en la Universidad de Princeton, EE. UU.

Cuéntenos, ¿cuál es la historia que hay alrededor de la recepción de la novela en Perú?

La fecha de la publicación de ‘La ciudad y los perros’ coincide con varios procesos políticos muy importantes de toda América Latina, como la revolución cubana y el comienzo de la dictadura militare en Perú. Cuando ‘La ciudad y los perros’ recibe el premio Biblioteca Breve, en 1962, a Vargas Llosa se le acusa en Perú de antipatriota y de querer ensuciar la reputación de los militares, pues como se sabe, en la novela se cuentan cosas no muy de las escuelas de cadetes de Perú. Hubo intentos por parte del gobierno peruano de evitar que ‘La ciudad y los perros’ circulara, sin embargo, los primeros ejemplares de la novela llegaron al país a finales de 1963 y a principios de 1964. Ese arribo de la obra a Perú estuvo acompañado de declaraciones muy fuertes de generales del ejército e incluso la asociación de cadetes se pronuncia en contra de la novela. Allí tiene lugar un episodio del que aún no se ha comprobado su veracidad, y es la supuesta quema de 1000 ejemplares del libro en el Colegio Militar donde estudió Vargas Llosa. Yo he investigado en cartas y he realizado entrevistas al respecto, y no he encontrado evidencia de ese hecho que, sin embargo, fue usado por el propio Vargas Llosa y por la editorial Seix Barral para aumentar el interés por la novela, porque claro, se trataba de un libro que estaba siendo atacado por el establecimiento militar peruano y eso hacía que más personas se interesaran por él.

Carlos Aguirre

Carlos Aguirre, historiador y profesor de la Universidad de Oregón, autor de la obra ‘La ciudad y los perros, biografía de una novela’.

Especiales para El País

¿Pero hubo un proceso de censura?

Sí hubo una censura hecha sobre todo en España por parte del Régimen de Franco. Fueron pocos cambios, pero fueron significativos. Sin embargo, lo más interesante de este asunto es que Vargas Llosa decidió negociar con la censura. Tenemos que entender el contexto que hay alrededor del tema. Vargas Llosa vivía en Francia y quería publicar en España con el editor Carlos Barral. Uno de los cambios a que obligó la censura franquista, fue a quitar un comentario de Julio Cortázar sobre la novela que iba a aparecer en la contraportada del libro. Era un comentario de Cortázar sobre los militares peruanos. Además, se le exigió a la primera edición que tuviera un prólogo particular, de modo que la primera y segunda edición salen con un cuadernillo de ocho páginas en el que se aclaraba que aquella obra era completamente ficcional y que no era un ataque a la patria peruana. En realidad hubo una actitud de negociación, de mucha prevención por parte del editor Carlos Barral, que intercambió cartas con el régimen franquista para que se publicara la novela. Eso no deja de sorprender tratándose de Vargas Llosa, un hombre que siempre ha defendido la libertad de opinión y la libertad intelectual. Muchos otros escritores de esa época optaron por no publicar en España como una forma de no someterse a la censura del régimen franquista.

¿Cómo fue que esa novela, escrita por un jovencito desconocido, que además publica por primera vez una novela, se convierte de inmediato en un gran hito de la literatura latinoamericana?

Hay muchas cosas que se juntan alrededor del éxito de esta novela. Por una lado, está el hecho de que en 1962 se gana el premio Biblioteca Breve y eso le da una notoriedad muy fuerte en el ámbito literario, entre críticos, escritores y editores. Pero además de eso, está el recorrido que venía haciendo Cortázar en París, a donde llegó a los 22 años y en donde empieza a relacionarse con un círculo muy importante de escritores latinoamericanos. Vargas Llosa conoce a Cortázar y él lo presenta en los círculos intelectuales de París. Conoce a Jorge Edwards y a Carlos Fuentes, por ejemplo. Cuando Vargas Llosa termina la novela, la envía a varias editoriales de las que ninguna se interesa en ella, hasta que alguien le dice que se la envíe a Carlos Barral, a quien le interesaba publicar autores latinos. Se dice que el primer lector de la novela fue Luis Goytisolo, a quien no le gustó, cosa que él ha negado, pero que parece que es cierta. A Carlos Barral sí le gusta y es quien convence a Vargas Llosa de que la envíe al premio Biblioteca Breve. Ahora, para volver a la pregunta que me haces, en el mundo de las editoriales, en la mayor parte de los casos hay que contar con contactos, redes de conocidos y también algo de suerte para que un manuscrito llegue a donde debe llegar. Esa novela pudo inicialmente haber terminado en un cajón, como muchas otras grandes novelas que se publican años después de terminadas, pero resulta que Cortázar ya había leído el manuscrito y le había hablado bien de él a muchos otros escritores. Por otro lado, Carlos Fuentes también empezó a hablar muy bien de esa novela en México y, como Vargas Llosa era además un simpatizante de la revolución cubana, y visita Cuba en el 65, es recibido como un héroe literario. En Cuba, por otra parte, la novela tiene un recibimiento muy fuerte. Entonces, la novela es recibida muy bien en Latinoamérica, pero eso no hubiera sucedido sin las condiciones propias de la época en la que fue escrita.

¿Por qué los escritores del ‘Boom’, del que hace parte Vargas Llosa, tuvieron el reconocimiento mundial que escritores anteriores o posteriores, con obras igual de importantes, no tuvieron?

Es cierto que el ‘Boom’ tenía una dimensión económica muy fuerte, pero yo no creo que sea necesariamente un mero fenómeno editorial. El ‘Boom’ fue un momento irrepetible en el que se encontraron varios escritores gigantes en condiciones bastante desfavorables. El mercado no fabrica el ‘Boom’, pero una vez estos escritores se consolidan, naturalmente se convierten en un  fenómeno editorial. En este fenómeno, decía García Márquez, fue más que un ‘Boom’ de escritores, fue un ‘Boom’ de lectores. Y para que se diera, tuvieron que presentarse las condiciones históricas de esos años: las revoluciones en Latinoamérica, pero también las dictaduras en muchos países, la guerra fría y demás convulsiones de ese tiempo que hicieron que gran parte e la intelectualidad europea e incluso norteamericana se fijara en lo que estaba ocurriendo en América Latina.

¿En qué condiciones escribe Mario Vargas Llosa ‘La ciudad y los perros’?

Vargas Llosa llega a Madrid a los 22 años y hace estudios de posgrado en la Universidad Complutense. De allí sale para París, a donde llega casado con su tía Julia. Fueron, inicialmente, unos años muy duros para la pareja por la inestabilidad económica en la que se ven. Sin embargo, Vargas Llosa se dedica a la literatura de un modo frenético, se convierte en lo que su Carlos Barral alguna vez llamó “un obrero de la literatura”, escribiendo durante seis u ocho horas diarias. Y eso hace parte de una de las característimas más importantes de Vargas Llosa: fue un hombre que trabajó con una voluntad implacable por llegar a convertirs en un escritor, un hombre que quiso ser un escritor por encima de cualquier circunstancia.

Hablemos del Vargas Llosa político. Fue primero un marxista y ahora es un declarado neoliberal de derecha…

Ese cambio se dio por un desencanto gradual que Vargas Llosa fue teniendo, sobre todo por la vida cultural de Cuba, por la represión que pudo constatar cuando visitó Cuba. No fue un cambio intempestivo y tampoco estuvo exento de cierto dolor. Vargas Llosa no aceptaba la represión contra los homosexuales ni los ataques a Neruda que hacía Fidel Castro y, para mediados de los 60, en privado ya tenía reservas con la Cuba de Fidel. El caso Padilla (el encarcelamiento en Cuba del escritor e intelectual Heberto Padilla a raíz de la lectura de su poemario ‘Provocaciones’) terminó por distanciarlo mucho más de Fidel, a la vez que empieza a abrazar la doctrina liberal. Es un proceso largo, virulento, complicado. Vargas Llosa era el niño mimado de la revolución cubana y cuando se atreve a criticar a Fidel Castro, en 1968, se le empieza a considerar un traidor. Pero lo que hace Vargas Llosa es formarse leyendo a muchos grandes pensadores liberales y, a raíz de los excesos de Fidel en Cuba, se distancia del marxismo.

Biografía de una novela

Portada del libro ‘La ciudad y los perros, biografía de una novela’.

CARLOS AGUIRRE
Professor
Department of History
University of Oregon
Eugene, OR 97403-1288
e-mail: caguirre@uoregon.edu

Education

Ph.D. University of Minnesota, 1996.
M.A. Pontificia Universidad Católica del Perú, 1990.
B.A. Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima, Peru), 1986.

Current affiliation

Professor, Department of History, University of Oregon

 

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