


JPC: En varias ocasiones has declarado que al llegar a Francia en 1964 adquiriste conciencia sobre el importante trabajo que habías desarrollado previamente en el Perú, de manera intuitiva. Esa toma de conciencia ¿significó para ti la posibilidad de establecer elementos de continuidad entre los proyectos peruanos y los proyectos franceses que desarrollaste luego? ¿Cuáles son estos elementos?
EC: Lo que me parece claro es el haber participado en dos momentos importantes, aunque distintos, en Lima y en París, y que son los acontecimientos vividos los que forjan el carácter y por ende la actitud proyectual del arquitecto.El primero, resume la llegada y eclosión de la arquitectura moderna en el Perú (entusiasmo, seguridad ideológica y de empleo así como el futuro visto como progreso) y la construcción de programas optimistas con arraigo social; de esta situación yo me beneficié del prestigio que tenía como estudiante, pues el decano de la Facultad de Arquitectura fue elegido Presidente de la República y mis profesores eran mis jefes en la oficina estatal a cargo de programas urbanos de vivienda social. Considero este trabajo como ‘intuitivo’ pues depende de estimulantes exteriores para su producción, no es el fruto de una voluntad teórica personal sino de tratar de proponer lo más avanzado posible dentro de lo que se podía apreciar (desde el Perú) del mundo desarrollado… los años 1950/60 vieron al mundo occidental producir una arquitectura de igual estética y voluntad social.El segundo momento lo podemos centrar alrededor de mayo 1968, cuando se cierra la Escuela de Bellas Artes y se la remplaza por Unidades Pedagógicas, que introducen nuevas ideologías en la enseñanza y abren sus puertas a arquitectos jóvenes… lo cual me integra a mí en la ‘nueva arquitectura’ francesa. El cambio más importante, ya que mi cultura sobre la modernidad era suficiente, fue el cambio de modo de pensar… la importancia de la reflexión que precede todo, la necesidad de la historia (del lugar y del programa)… la obligación de tener un discurso coherente. El medio obliga a confrontaciones verbales y escritas, de poco uso en Lima. Yo llegaba con la voluntad de integrarme en el movimiento muy tecnológico y gráfico de Archigram (dada la influencia de los periódicos anglosajones) y me adherí por convicción personal a la Tendenza italiana, al racionalismo urbano que dominaba el pensamiento europeo de la época.Si elementos de continuidad existen entre estos dos momentos, están más anclados en la forma cómo integro todo para transformarlo en proyecto, mi indefectible seguridad de que un proyecto lo puede hacer, si se le consagra el tiempo y trabajo necesarios.
JPC: En Francia desarrollaste un corpus de arquitectura que tiene factores de continuidad con lo que habías hecho en Perú, sin embargo, en tu larga trayectoria fuiste desarrollando un pensamiento y una praxis arquitectónica netamente francesa. ¿Ha habido una retroalimentación ‘francesa’ en los proyectos que has realizado recientemente en Lima?, ¿Cómo podrías definir el camino inverso Francia-Perú?
EC: Las influencias de mi pensamiento y praxis franceses son sobre todo el mantener un permanente ‘estado de alerta’ para no introducir dependencias a economías o técnicas de países desarrollados en las obras que vamos a construir. Idealmente, quiero mantener un alto nivel de calidad arquitectónica sin ceder al exhibicionismo actual de las modas mundialistas. Pienso que quizás lo más importante es poder plantearme la problemática arquitectónica con la distancia que da el conocer otro medio, poder juzgar la jerarquía de los problemas y sobre todo poder quedarse en el ámbito de la arquitectura, cualquiera que sea la dificultad. También hay que reconocer que mi regreso al Perú se acompaña del deseo de ser útil, de celebrar la arquitectura, de demostrar que ‘todavía es posible’. La conciencia de que Europa ya está hecha, que sólo se puede mejorar… y que, confrontado a esto, América Latina aparece como un vasto territorio en donde aún se puede hacer. Sin embargo, en esta última los contrastes son tan violentos (entre los ricos y los pobres) que, conviviendo con ellos, uno termina por no verlos para ocultar la angustia, y una forma de no verlos es la de no pensar que hay una solución.En Francia el campo es un jardín y las ciudades gozan de grandes extensiones de espacios públicos, estos dos elementos son decisivos para determinar la calidad del entorno humano; en nuestros países, que todavía son paisajes, me parece que, sin dejar de aprender de lo que existe, podemos establecer una nueva lógica urbana que utilice mejor lo que se puede hacer teniendo en cuenta la fraternidad de sus habitantes.
JPC: Eres reconocido como uno de los docentes más importantes de Europa, con una enorme influencia en el medio académico francés. Tus edificios han sido siempre consecuentes con la enseñanza que impartías. ¿Ha habido, en el sentido inverso, alguna influencia de tu método de enseñanza en tu arquitectura?
EC: La relación entre la enseñanza y mis proyectos es grande. No sólo está condicionada a los métodos pedagógicos sino que generó la obligación de mantener una total coherencia entre mis proyectos y lo que se afirmaba en el taller. Este compromiso se afirmó en los proyectos en los cuales había la posibilidad de construir un ‘modelo’ que confirmara lo enseñado: a) la cocina del Hospital St. Antoine (planta 30 x 30m, ejercicio de iniciación al espacio moderno/la planta libre), b) Noisy 2, 300 viviendas (La pieza urbana), c) Noisy 3, 90 viviendas (los 9 puntos del edificio lineal), d) el Centro de Investigación de Rocquencourt (INRIA) y el Palacio de Justicia de Pontoise (programación estructurada en Típico y Atípico) así como algunos ejemplos de lógicas espaciales parciales: e) Museo de Peronne (el espacio y la luz cautivos), f) Museo de Arlés (cerrar espacios abiertos/abrir espacios cerrados) y g) casa Santillana (el movimiento continuo). Es importante subrayar que mi obra no era discutida con mis alumnos, ni era mostrada a ellos… esto me permitía mantener los distintos ejercicios dentro de su lógica académica y evitar los peligros estilísticos.



JPC: En muchos países la enseñanza se ha convertido en un negocio redituable, y estamos viviendo la proliferación de universidades y facultades de Arquitectura, que ya suman más de cincuenta en el Perú, número que aumenta de año en año. Este fenómeno va, claro está, en contra de la calidad de la enseñanza, y presagia un futuro sombrío de la arquitectura. ¿Cuál es tu visión sobre el futuro de la enseñanza en países como el Perú?, ¿hay una luz al fondo del túnel?
EC: Es difícil poder imaginar con optimismo el futuro de la enseñanza de la Arquitectura si se mantienen las tendencias globalizadoras actuales que favorecen la imagen sobre la idea, lo inmediato, la dependencia a las facilidades de la computadora. Tendencias que dislocan la relación tripartita de programa-función-forma.Estas tendencias abandonan la idea del proyecto como central, ese tiempo puro de la búsqueda que mantiene en suspensión el resultado, esa lentitud deliberada que permite avanzar sin certeza fija, esta exploración que acomoda la profusión de parcialidades sin dispersión… esa condición que permite descubrir.
Por otro lado, siempre he pensado que la continuidad pedagógica es la mejor manera de formar arquitectos. Esto era posible cuando las bases del movimiento moderno estaban estructuradas por una visión social de progreso… se podría decir que todos los docentes del mundo occidental enseñaban lo mismo. Hoy en día, en donde todo es equivalente, en donde los estudiantes están sometidos a un sinnúmero de opciones cada semestre (no necesariamente coherentes en sí o entre ellas), el tiempo de maduración no existe más. Pienso que esto es lo que introduce lo último, la moda, como valor académico, y se pierden poco a poco los valores esenciales de nuestra disciplina.Es indiscutible para mí que para países como el nuestro, en donde la enseñanza es un negocio y los programas académicos se someten al mundo del empleo, veo como esperanza la creación de un espíritu nuevo capaz de desarrollar una enseñanza cuyo objetivo sea hacer nuevamente de la arquitectura un valor cultural… y del arquitecto, una autoridad con opinión.
JPC: Dejaste el Perú en un momento en que los concursos públicos eran la principal fuente de trabajo para los arquitectos de tu generación, y la vivienda social el programa más importante. Hace cuatro años haz regresado, al menos parcialmente, al Perú, en un momento en que el estado prohíbe los concursos públicos, y en donde los arquitectos han visto su rol reducido a residencias privadas y edificios de especulación inmobiliaria. ¿En qué medida piensas se puede innovar en arquitectura en el contexto actual?
EC: Sin concursos ni programas sociales sólo se puede innovar en el sector en donde hay menos resistencias. Llamo resistencias al dominio que ejerce el costo (lo menos posible), el tiempo (el más corto posible) y lo conocido (ningún riesgo). En el Perú hemos visto que son las casas de playa, que siguen una lógica universal: la innovación se permite más fácilmente en la residencia segundaria, muy rara vez con la principal (La Villa Savoye de Le Corbusier, la Casa de la Cascada de Wright, la Farnsworth de Mies, la Smith de Meier, etc.).
He seguido durante varios años la producción latinoamericana y Brasil y México aparecen como los únicos países que tienen una arquitectura con identidad, los otros países tienen sólo arquitectos identificables. Deberíamos estudiar estos dos casos para encontrar respuestas. Los mexicanos hacen una arquitectura fuerte, telúrica y los brasileros siguen siendo la vanguardia entusiasta de la espacialidad moderna.Como regla general, las casas individuales modernas tienen una deuda enorme con los modelos producidos por Richard Neutra (en un nivel) y Marcel Breuer (en dos niveles), modelos que no usan la planta libre corbusiana, de la cual sólo tenemos la Curutchet de La Plata.
Personalmente creo, cuando pienso ‘peruano’, que una arquitectura con orgullo señorial, algo que se respira en los modelos coloniales (patios con bordes altos y permeables) puede producir, al tener que integrar espacios adaptados a las nuevas tecnologías, las nuevas costumbres (trabajo en casa) y las nuevas formas de habitar (gran autonomía de todos los miembros de la familia, mayor vida de noche, etc.), nuevas relaciones espaciales interiores. No creo que las nuevas técnicas sean un campo fértil, aunque sí los progresos del concreto -que ya no necesita ser armado- y que puede ser estructural, estanco y térmico a la vez. Un material multifacético que resuelve lo permanente y permite la evolución de la vivienda.
JPC: En las casas que has diseñado y construido recientemente en los balnearios de Lima, desde que hiciste la casa Santillana en 1998, hay una reflexión constante sobre la creación de un paisaje interior, a través de la dilatación espacial, como contrapeso al embrujo del paisaje marino y la tentación de referirse unívocamente a él. ¿Ha habido una evolución a lo largo de estos años en esta relación entre horizonte e interioridad?
EC: Existen diferencias entre la casa Santillana (1998) y la casa Madonna (2013), estas diferencias se deben a la situación urbano/geográfica y a mi compromiso con el país.




La casa Santillana es el resultado de obsesiones fomentadas por mi trabajo en Francia…la búsqueda de equilibrio entre el vacío y el lleno y de la equivalencia visual entre la horizontal y la vertical. El objetivo es el de poder crear un movimiento continuo de la materia, condición que me permitiría cerrar virtualmente espacios abiertos y abrir los espacios cerrados… mi convicción es que el encerramiento es opuesto a la necesaria libertad del espacio moderno y que al espacio interior debe dársele la posibilidad de poder quedarse adentro, que la necesaria dilatación del espacio no se acompaña de extracción hacia afuera (permitir una estabilidad interior). Un lote de esquina, con tres lados libres, me permitió construir este objetivo.
La casa Madonna ocupa un lote en ladera con acceso al pie, frente al mar, y con dos lados ocupados por lotes similares. Dos objetivos: a) modificar la tipología reinante que consiste en construir escalonadamente siguiendo la pendiente y abriendo todos espacios con vista al mar salvo el primer piso opaco…b) introducir un ejemplo de planta libre y hacer ver su pertinencia. Se cortó la ladera totalmente y se diseñó un mural al fondo del lote creando así una vista opuesta al mar, esta confrontación vista natural/vista artificial abre la posibilidad de constituir un interior entre la transparencia múltiple hacia el mar y una unidad pictórica construida por la recolección de parcialidades visuales.
Lo simple del programa de una casa de playa, la clemencia del clima de la costa y una mano de obra asequible son alicientes suficientes para investigar relaciones espaciales y nuevos modos de funcionamiento, de obsolescencia, de dimensionamiento o de materialidad.
JPC: En tu última exposición en Lima y en el último libro publicado sobre tu pensamiento, se hace referencia a vivir ‘en altura’. En Lima das un curso de postgrado que explora la vivienda colectiva en nuestra capital. Sin embargo, esta especulación sobre vivir en edificios verticales tiene un linaje que se proyecta muy atrás en el tiempo, y se manifestaron en múltiples proyectos en Francia y en Holanda. ¿Hay alguna relación entre estas propuestas europeas y lo que investigas hoy en Lima? ¿Cuáles son las diferencias?
EC: Lo que se mantiene al cabo de medio siglo de trabajo es que mi obra de vivienda colectiva está estructurada por la triple relación tipo – edificio – conjunto. La tipología – a) flat (doble orientación o desarrollo diagonal) o b) dúplex o triplex (con ambiente principal en doble altura)- va a determinar el tipo de edificio (lineal o permeable). El ‘edificio permeable’ está constituido por bloques separados entre sí pero unidos por espacios exteriores privados o circulaciones comunes. Esto obedece a la voluntad de transparencia en un medio urbano denso para evitar el ‘efecto espalda’. Ambos edificios, el ‘lineal’ o el ‘permeable’, van a articularse por medio de figuras simples para constituir piezas urbanas, conjuntos de morfologías horizontales (de 7 pisos máximo) con identidad exterior, que poseen un ‘adentro común’ y en donde un tercio de la superficie está consagrada al espacio verde. Estas reglas han evolucionado poco desde que diseñé en 1964 el Conjunto Habitacional de Matute, en Lima. Por otro lado, mi investigación sobre los edificios en altura (de poca relación con el suelo natural) está orientada a poder establecer espacios exteriores, desde jardines colgantes hasta nuevos suelos, que puedan ser compartidos por varios edificios verticales. La voluntad de llevar los valores físicos del suelo natural al suelo artificial en altura se asemeja a llevar a una escala superior lo logrado a la escala individual en la relación entre el jardín de la casa y la terraza en altura del departamento (dibujo/1984 y Gro1/1988).
La diferencia con Europa es que la construcción en altura es una es una realidad cercana (escasez de terreno disponible para desarrollos urbanos) mientras que en Lima construir en altura es más una acción simbólica/prestigios. Proponerlo como vivienda social plantea retos: dar estatuto y dignidad a una comunidad/ciudad con la vivienda colectiva y poder desarrollar edificios que vehiculen la imagen de progreso, de tiempos mejores. Existe la necesidad de producir obras ejemplares, la arquitectura juguetona no tiene lugar aquí.
Cuando se presentó una oportunidad en Lima me pareció evidente proponer un desarrollo vertical de mayor escala al Edificio Permeable Vertical de La Haya/1990 con el proyecto Plaza de Aguas/1997, una manzana erguida (vertical) de 100m x100m, constituida por una superposición de tipologías verticales de triplex, creando calles aéreas cada 6 pisos que unen 4 cuerpos, lo cual permite una economía importante en circulación horizontal y ascensores; al mismo tiempo, el poder usar el ascensor del vecino favorece el intercambio social. La vivienda de tres pisos permite crear una flexibilidad que integra el futuro, que prevé y afronta el desarrollo familiar y la evolución de los usos.
La destrucción de la calidad residencial en Lima, en donde los jardines traseros de las casas aseguraban la calidad espacial y vegetal del centro de la manzana, me lleva a proponer otra tipología: el Edificio Doble (Miraflores/2007), que propone una dualidad: un edificio vertical constituido de triplex superpuestos, confrontado a otro edificio vertical constituido por jardines colgantes de triple altura. Se crearía así un paisaje extremadamente variado, pues la capacidad a crear jardines personalizados no se opone al beneficio colectivo. Esto podría restituir otra dimensión a la manzana residencial original, de corazón verde. Esta tipología doble articulada al ‘edificio permeable’ puede ser una respuesta que ofrece una contrapartida al afán de lucro que caracteriza a los multifamiliares de hoy.







JPC: Actualmente se está discutiendo el plan para Lima, en un nuevo intento para organizar el espacio urbano, su crecimiento, su densificación y los desplazamientos dentro de ella. ¿Cuál es la visión que tienes sobre tu ciudad de origen, más allá de las tipologías de edificios que la componen?
EC: Llevo un cierto tiempo tratando de ‘ver’ Lima como algo posible. Si te dejas llevar, todo parece imposible, sobre todo cuando los limeños te demuestran el poco apego que le tienen a su ciudad, que se mide por la incapacidad de realizar el más mínimo sacrificio personal al respecto. Hace medio siglo que dejé Lima y aparte de dos parques zonales, un esfuerzo por mejorar los bordes del acantilado (meseta) frente al mar y el viaducto del tren eléctrico, muy poco ha sido hecho por la ciudad, por su estructura urbana, por sus espacios públicos. La calidad urbana está ahora en manos de complejos comerciales (algunos se presentan como campos de concentración) o centros empresariales sin espacios públicos. El condominio de tipo norteamericano domina las nuevas zonas residenciales y las rejas privatizan calles públicas. Sin la ayuda ‘informal’ del pueblo limeño la ciudad no podría funcionar.
Para ocuparse de Lima como ciudad hay que analizar su geografía en pos de soluciones, y tratar de mantener una escala y magnitud equivalentes. La colonia española instaló la ciudad al lado del río Rímac (el central de los tres ríos que irrigaban un vasto y fértil territorio) y recostada en las estribaciones que anuncian la majestuosidad de la Cordillera de Los Andes; siguiendo el río se llega al puerto y se abre en una bahía/meseta cuya curva está tensionada por la isla San Lorenzo frente al puerto y por el morro solar al otro extremo. Estos hitos humanizan al Océano Pacífico. Cuatro avenidas parten del centro histórico hacia el mar y colonizaron a lo largo del tiempo los terrenos agrícolas sin crear una estructura urbana a la escala del territorio. Conferir a estos ejes un rol urbano mayor es darle a Lima una posibilidad para el futuro.
Existe en Lima un caso que me sirve de ejemplo: al frente del Cercado (cuadrilátero histórico) está el distrito del Rímac, un barrio pobre colonial en donde se instaló un gran monasterio al fondo. Esta institución religiosa hospedó a familiares de la nobleza que, para cualificar el recorrido necesario entre la cuidad noble y este convento, hizo construir dos espacios públicos mayores: El Paseo de Aguas y La Alameda de los Descalzos, que hasta el día de hoy han logrado (con la plaza de Acho) darle una identidad y una dignidad urbana a un distrito abandonado desde sus inicios.
Si se quiere mantener la esperanza, pienso que un arquitecto hoy en día, sin autoridad ni opinión reconocidas por la sociedad, debe tomar a grandes trazos la realidad y tratar de imaginar la ciudad a través de sus espacios públicos mayores (a la escala del territorio), y pensar las infraestructuras de transporte como verdaderos monumentos nacionales.
NB. No olvidar la experiencia del ‘Gran París’ en donde se hizo trabajar, durante un año, diez equipos de reconocidos arquitectos internacionales sobre el futuro y lo único que se va a realizar de todas las ideas expuestas son el sistema de transporte público y la circulación de vehículos.
ENTREVISTA A ENRIQUE CIRIANI
PUBLICACIÓN FORO PERÚ
UNIVERSIDAD SAN FRANCISCO DE QUITO
Por: Jean Pierre Crousse
4 de marzo del 2014
CADItextos
http://caditextos.usfq.edu.ec/2014/04/entrevista-enrique-ciriani-por-jean.html
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